jueves, 3 de mayo de 2012

Nahuelito


No conozco Neuquén, no me interesa la nieve, me incomoda el frío, no tengo campera de abrigo como para visitar el sur, me hincha las pelotas andar en carpa, no me gustan los lagos, desprecio la belleza natural de las montañas, no creo en las tradiciones mapuches, no respeto los mitos ancestrales sin posibilidad de comprobación científica, dudo sobre la existencia de seres interplanetarios, de criaturas sobrenaturales, del producto de la actividad nuclear en los fondos oceánicos, de los fondos oceánicos, de las buenas intenciones de la gente de pueblo, y para colmo me perturban los viajes en avión, llegar o bajar o subir o señar o ubicar hospedaje o restaurant o lugar para hacer pis, y aún así, tampoco respeto la criptozoología y a la gente que necesita creer en animales mágicos para nutrir su vida -vidita- monótona, sus expediciones turísticas con fines siempre didácticos y nunca sexuales, lejos de las drogas y los excesos, y no creo incurrir ni en un exceso ni desatino ni exageración si digo que jamás vi al monstruo Nahuelito pero dada una comparación al azar, si tu ego fuese el Nahuelito, no sé qué comerías pero esta pareja que conformamos sería una muy apetecible foca herida y en la antesala de tus fauces violentas, despiadadas y sin gollete.

martes, 17 de abril de 2012

Vieja

Cuando me pregunte si volví a verte, casi con desconfianza y fingido desinterés, voy a negar todo, a decirle que nunca te vi, que no sé qué me pasó, que estaba mal, estaba loca, triste, estúpida. No voy a decirle a mamá lo que yo sola sé: que ahí estabas, en la esquina de Limay y Noguera, o Directorio, no se bien que calle es, con la remera de Kosiuko blanca y roja. Creo que vos también me viste desde la otra vereda, y entendiste mis ojos desesperados, más de sorpresa que de susto, y ni siquiera sonreíste, jamás volviste a sonreírme. Pero por más que sea verdad y que nadie me crea -y cuando uno sabe algo y todos se oponen, lo hacen dudar-, no voy a decirle a mamá, no para que se ponga otra vez a pensar, para que me insulte y me diga que no puede ser porque el ya no..., y haga la cena y se corte los dedos y me golpee y me obligue a decir y repetir varias veces lo contrario: que no te vi, que inventé todo, que soy una mentirosa, una enferma que le quiere hacer mal su mamá, y que los muertos no aparecen así porque sí.

lunes, 9 de abril de 2012

destino


Pasame el cenicero, no claro, si lo que te estoy diciendo es otra cosa, nada que ver, me refiero a que no me da igual, de hecho, si me diera igual no hubiese venido, no me quedaría, esta torta está bastante buena, te queda bien la ropa interior blanca, servime un poco más, pero no, claro que no me da igual, y no me molestaría que te quedaras, no un tiempo más, lo estuve pensando, por ahora no lo necesito pero creo que sería divertido que, sí, ahí está bien, basta que tiene mucha espuma, te decía, sería divertido que nos encontremos bien, contentos, no voy a obligarte a que hagas nada, ¿alguna vez te obligué a algo? ¿fuiste feliz conmigo? pasame el encendedor, ¿prendieron la tele arriba? ¿tu hermana sigue siendo virgen? No me voy a oponer si te querés quedar un tiempito más, si sentís que puede ser, que nos quedan un par de birras, cigarros, cenas, frutillas, películas, alquilé la última de Harrison Ford, dicen que es medio densa, a mí también me gusta Indiana Jones, qué calor que hace, abrí la ventana, vení acá, sentate conmigo, pero bueno, si te querés ir podés hacerlo, todo bien, pero lo que no me dejás decir es que, sí, yo te lo presto, mañana te lo traigo, es que no me incomodaría seguir queriéndote así por unos años más.

miércoles, 4 de abril de 2012

padua


Desde la ventana de tu dormitorio se ve cada rincón de Padua. Dentro de las casas, fiestas sin fiesta, y en los ceniceros, lo poco de ayer. Ya comienzan a encenderse las luces del alumbrado público: las ocho en algún reloj de la estación de tren. A los amantes les queda la siesta, y a los chicos, otro juego de potrero hasta que llegue la noche. Tango en la ferretería; se vuela el canto de la vecina que acompaña el tema mientras cuelga la ropa en la terraza del duplex. Doña Sin Nombre baldea el frontón de la casa, las bicicletas se quedan en los cordones de las veredas, y el sol es un disparo en el cielo magenta. Punto de Del Potro. Caen las cortinas artesanales en las ferias metálicas. El tren deja los andenes. La pava hierve. Y todo sucede mientras el barrio de San Antonio de Padua nos mira, todo se ve desde la ventana de tu habitación. Incluso se ve desde tu cama.