martes, 17 de abril de 2012

Vieja

Cuando me pregunte si volví a verte, casi con desconfianza y fingido desinterés, voy a negar todo, a decirle que nunca te vi, que no sé qué me pasó, que estaba mal, estaba loca, triste, estúpida. No voy a decirle a mamá lo que yo sola sé: que ahí estabas, en la esquina de Limay y Noguera, o Directorio, no se bien que calle es, con la remera de Kosiuko blanca y roja. Creo que vos también me viste desde la otra vereda, y entendiste mis ojos desesperados, más de sorpresa que de susto, y ni siquiera sonreíste, jamás volviste a sonreírme. Pero por más que sea verdad y que nadie me crea -y cuando uno sabe algo y todos se oponen, lo hacen dudar-, no voy a decirle a mamá, no para que se ponga otra vez a pensar, para que me insulte y me diga que no puede ser porque el ya no..., y haga la cena y se corte los dedos y me golpee y me obligue a decir y repetir varias veces lo contrario: que no te vi, que inventé todo, que soy una mentirosa, una enferma que le quiere hacer mal su mamá, y que los muertos no aparecen así porque sí.

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